martes, 4 de octubre de 2011

Decimononica

Estas ganas de llorar me acuerdan a un amigo, cuyo punto de referencia, era el padre. Yo acabo de hablar con el mio, y aquellos de ustedes que hayan entrado alguna vez,  a esta esfera, que es mi blog, se habrá dado cuenta, de que mi amor por el raya en la veneración. Creo,  que en parte, esto se debe a que vivo fascinada por esa integridad insuperable, que quizas no poseo y que fue tan característica de aquellos anos treinta.

Ahora entiendo el lazo estrecho y solidario que existía, entre este mi padre, y aquella mi hermana. No me culpen por aprovechar este espacio cibernetico, para sanar  heridas históricas e irreconciliables, que han dejado en mi, la familia y su elevado sentido de la dignidad. Se que en estos tiempos, donde el amor propio rueda por los pasillos de nuestras salas de gobierno, por las aceras de nuestras instituciones y por las fingidas esferas de nuestras familias de abolengo,  nada que tenga que ver con  integridad o respeto es importante. Pero yo aun creo en esas cosas y por eso me da vergüenza no cumplir con todo aquello en lo que creo.

Esta noche llore en el balcón, mientras una incipiente luna de octubre se me escondía en los unicos arboles que se anteponian entre mi mirada y su brillo. Mi balcon es estrecho y quieto; desde el busco consuelo.