Esperanzada espero el florecer de los robles, de los flamboyanes, de mis sueños. Siempre en primavera mi piel canta y recibe con entusiasmo los colores.
Quiero deleitarme en la mirada anaranjada y amarilla: en la poesía ensartada en margaritas.
Seguiré cada mariposa con mis sueños y perseguiré cada monte despierto con mis deseos.
No me quiero ir de este tiempo, sin haber saboreado la paz de un atardecer inundado de alegría.