Eran tiempos donde la búsqueda era parte de respirar. Todos cambiábamos tan rápido, que cada día nos resultaba imposible recordar quien se era el anterior. Se amaba y se olvidaba con la misma facilidad. Íbamos recogiendo marcas en el camino y dejando piedritas de colores para encontrar el camino de vuelta. La música resonaba por los espacios orientándonos como el canto de las sirenas a las naves sin rumbo. Era difícil escapar del encantamiento y de las almas hechiceras.
Cargamos la bandera de la libertad:fue lo mas cerca que estuvimos de ella. Fuimos el llanto del caracol; su grito de guerra.
Transitar aquella orilla nos dejo marcados para siempre, y ahora huimos cada vez que a nuestro lado se desgarra una canción de amor.
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